martes, 15 de noviembre de 2011

IV. El rito de la vida. Celebraciones

EL SIMJÁ BAT

Cuando nace una niña judía se acostumbra a realizar una ceremonia donde el padre es convocado a la lectura de la Torá en la primera semana, en donde también recibe una bendición especial para su esposa y su hija (Simjat Bat). Se suele completar el ritual con la designación de un nombre hebreo para la niña.
En la costumbre sefardí era habitual la ceremonia de las “fadas” o de las “siete candelas” para dar nombre a la niña. En la actualidad sólo algunas familias sefardíes la realizan.

En qué consiste la Ceremonia?
El viernes a la noche, en la ceremonia de Shabat los padres participan del Kidush junto a su hija recién nacida, que es bendecida y presentada a la comunidad.

El Sábado, durante la ceremonia de Shajarit, se invita al padre a la primera Aliá, quien lee la  Torá en compañía de su familia. Luego suben algunos de sus seres queridos para compartir los honores de la lectura. Mas tarde la familia a pleno es bendecida y se conoce el nombre en hebreo de la beba.

La ceremonia finaliza cuando cubierta por un Talit por sus padres la niña recibe una bendición especial y palabras cálidas de sus progenitores y seres queridos. Una calida bienvenida a la vida y a las tradiciones judías.



BERITH MILÁ

Es el pacto de pertenencia que cumple todo judío varón a los ocho días de su nacimiento. Es uno de los preceptos más antiguos, remontándose a los tiempos bíblicos, aún antes de recibir el pueblo judío la Torá. Consiste en cortar el prepucio del miembro viril, como está escrito en el primer libro de la Torá: Génesis capítulo XVII, versículos 9 al 14) «... y dijo Dios a Abraham: Y tú cuidaras mi pacto. Tú y las generaciones venideras. Éste es el pacto que cuidarán (cumplirán). Será circuncidado todo varón y será la señal de mi pacto entre vosotros y vuestro Dios. A los ocho días será circuncidado todo varón, y estará mi pacto en vuestra carne como pacto eterno...»
El hecho de no cumplir con este precepto se ve como una grave transgresión. Ya en la antigüedad era visto el «Arel» (no circunciso) como una vergüenza para Israel. Josué circuncida al pueblo antes de la entrada y conquista de Israel (Josué V-5-6-7) después del éxodo en el desierto. El berit sólo puede posponerse si el niño está enfermo, es débil, o prematuro, o si la opinión del médico indica que la circuncisión puede ser peligrosa. En caso de dudas acerca de la condición del niño, la ley judía prescribe cautela y espera.

Durante el ritual de circuncisión, el padre del niño recita la siguiente bendición: “Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del Mundo que nos has santificado con Tus mandamientos y nos ordenaste hacer entrar el niño en el Pacto de nuestro padre Abraham. “ Los invitados presentes responden "Amén" a esta bendición y recitan en voz alta su propia oración: “Del mismo modo como ingresó en el pacto, que pueda incorporarse al estudio de la Torá, a la jupá y a la realización de buenas acciones.” El Mohel, persona específicamente formada para ello, realiza la circuncisión, se le pone el nombre al niño y se recita la bendición: «... Dios nuestro y de nuestros padres haz vivir a este niño para su madre y su padre, y se llamará......».
Este precepto ha sido cumplido por el pueblo judío aún en los peores momentos de su existencia. Muchas veces se prohibió a los judíos practicarlo y muchos pagaron hasta con sus vidas por hacerlo. Aún en las condiciones infrahumanas de los días del holocausto, el judío trató de cumplir con este precepto que es uno de los tres grandes pactos del pueblo judío con Dios.

EL BAR MITZVÁ Y EL BAT MITZVÁ

Bar Mitzva
Así se denomina la ceremonia en la que los varones que cumplen 13 años, asumen su responsabilidad como judíos para cumplir los preceptos, como está escrito en el Tratado de Principios (Avot V-25). Es una costumbre señalar ese día en forma pública: el primer sábado después de cumplir los 13 años y un día, el joven es llamado en la sinagoga a leer la Torá, recitando las bendiciones correspondientes. El padre o tutor es el encargado de llevarlo a la sinagoga y acompañarlo en la lectura de la Torá. El joven se prepara con anticipación para este evento trascendental en su vida y la de su familia con un maestro especial que le enseña la lectura de la Torá, las bendiciones y a colocarse los tefilin (filacterias) y el talit (manto para rezar).

Aquí podéis ver un ejemplo en vídeo... no es fácil cantar la Torá



Bat Mitzvá


Debido a que las mujeres no participan de forma activa en el servicio religioso de la sinagoga, no se ha desarrollado ninguna ceremonia tradicional para marcar el momento en que una niña se convierte en Bat Misvá. Sin embargo, en la actualidad algunas familias, escuelas religiosas y sinagogas, tratan de celebrar de alguna manera este momento decisivo en la vida religiosa de una joven.
Después de esta ceremonia, a partir de los 12 años, las niñas judías son responsables de cumplir con los preceptos, especialmente en todo lo que una mujer judía deberá hacer para vivir su judaísmo en plenitud. En su preparación para esta ceremonia se destaca la enseñanza de la tradición judía, poniendo énfasis en las virtudes de las mujeres ejemplares de la historia judía, comenzando por las matriarcas bíblicas del pueblo judío (Sara, esposa de Abraham; Rebeca, esposa de Isaac; Raquel y Lea, esposas de Jacob, pasando por otras mujeres relevantes de los tiempos del Talmud, y llegando a las grandes mujeres judías del siglo XX, como Golda Meir (que fue primera ministra del Gobierno de Israel) o Ana Frank, joven escritora mártir de la Shoá (holocausto nazi) conocida mundialmente por su famoso diario escrito en Ámsterdam en el escondite que compartía con su familia en los tiempos del nazismo.




EL MATRIMONIO
Compromiso matrimonial
Según la tradición un hombre está en condiciones de casarse a partir de los 18 años. La mujer antes aún. Para ello las familias propician la ceremonia del compromiso; un precontrato matrimonial, en el que las familias de los futuros contrayentes dan un rango oficial al noviazgo y sólo puede romperse por causas de fuerza mayor. Se considera un deshonor romper un compromiso.
Aún se mantiene la figura del casamentero o casamentera, que busca pareja y propicia su presentación a los padres de los candidatos. Los casamientos son aceptados por los padres, aunque los novios son consultados y se requiere su consentimiento y su aprobación. En muchos círculos ultra-ortodoxos se sigue con esta modalidad hoy, pero mayoritariamente son los jóvenes quienes eligen y deciden con qué pareja desean contraer matrimonio.
Antes de la ceremonia se redacta un documento (pacto matrimonial) llamado Ketubá, en el que se especifican las obligaciones de los contrayentes, que rubrican con su firma los novios en la boda. En él se recoge la obligación del hombre de mantener económicamente el hogar, la de convivir bajo un mismo techo y la de ser fieles al vínculo, como también el respeto y la asistencia y ayuda mutuas.
La boda
El casamiento en el judaísmo es un acto público. Se requiere que haya un mínimo de diez personas y el acta matrimonial se firma ante dos testigos, que también firman la Ketubá. Las bodas judías pueden realizarse al aire libre, bajo el cielo, en el hogar de uno de uno de los contrayentes, en la sinagoga o en un salón, según elijan las familias. La ceremonia la realiza un rabino u oficiante bajo una Jupá (palio nupcial de tela, satén u otro material sostenido por cuatro parientes que simboliza un techo y la creación de un nuevo hogar judío) bajo la que se ubican también los contrayentes.
En el momento central de la ceremonia del casamiento, el novio coloca un anillo en el dedo de la novia y recita la bendición «...por este anillo me eres consagrada como esposa según la ley de Moisés y la tradición de Israel...». Después se recitan las siete bendiciones especiales para este acto. El oficiante solicita el consentimiento de cada uno de los novios. Ella lleva la cara tapada por un velo que levanta cuando se brinda por una larga unión. Al final de la ceremonia se rompe una copa de vidrio como recuerdo de Jerusalén y de las primeras tablas de la ley, que se rompieron. Cumplido este rito se exclama «Mazal Tov» («buena buerte») y se saluda a los novios y a los familiares.


Divorcio
En el judaísmo existe el divorcio. El vínculo del casamiento puede ser roto bien por desavenencias en el matrimonio o porque no haya descendencia después de diez años de convivencia. En esos casos el esposo puede, si así lo desea, darle el divorcio a su mujer. El «Sefer Kritut», libro o documento de divorcio, es entregado a la esposa en una ceremonia presenciada por diez testigos, y rubricado por el oficiante y por dos testigos. En este documento se recoge la ruptura del compromiso asumido por los contrayentes al casarse.

LA MUERTE


En el judaísmo a los muertos se los entierra en cementerios judíos. Está prohibida la cremación o incineración de los restos mortales.
Existen leyes y costumbres que tienen que ver con la observancia del duelo. La tristeza y dolor por la muerte de un familiar directo (padre o madre, esposa o esposo, hijo o hija, hermano o hermana, tíos, abuelos) es expresada en oraciones y costumbres especiales que se guardan en época de duelo, siguiendo lo establecido por Abraham al morir su esposa Sara.

El ritual del enterramiento viene establecido en la ley. En ella se establece la «tahará», purificación del cuerpo mediante el lavado. Después se le envuelve en una mortaja blanca, llamada «Tajrijim». A los muertos se les entierra directamente sobre el suelo, con el cuerpo orientado hacia Jerusalén. En los países donde su legislación prohíbe este tipo de enterramiento, se mete el cadáver en una caja de pino lisa. 
En los cementerios judíos no se hacen monumentos funerarios y solo se pone en el lugar del enterramiento una losa, llamada «Matzevá». Muchos judíos se preocupan en vida por conseguir un poco de tierra de Israel para que, en caso de morir en la diáspora, ésta sea colocada debajo de su cabeza o sobre los ojos en la tumba.

Una vez efectuado el enterramiento, la familia vuelve a casa para guardar el duelo. Actualmente y según lo establece la Torá, es un deber guardar «Shiva» (duelo durante los siete días primeros) por un padre o madre, hermana o hermano, hijo o hija y esposo o esposa. Durante la Shivá el doliente acostumbra a estar en la casa sentado en el suelo o en bancos bajos, sin afeitarse ni perfumarse
La primer comida es servida por sus vecinos o personas cercanas, dado que se entiende que en su dolor no se van a ocupar de cocinar. Tampoco se pone los tefilín (filacterias) ni se estudia la Torá en los días de la Shivá. La primera semana de duelo, cuando se está en Shivá, no se estrena ningún traje ni vestido, permaneciendo en casa, a la que acuden los amigos a completar el Minian (10 personas) para recitar las oraciones y acompañar a los dolientes. Se debe guardar silencio, hablar poco. No se escucha música ni se enciende la televisión.
La plegaria especial de recordatorio a los fallecidos es el «Kadish», aceptación del doliente de los designios divinos que termina diciendo «... el que hace la paz en las alturas nos dará la paz a nosotros...» Esta plegaria, escrita en arameo, es recitada por los familiares directos, hijos, padres, hermanos y esposos. Recitada durante 12 meses significa la aceptación del veredicto divino de haber llevado a la muerte al familiar, aceptando así lo que Job nos enseña: «Dios dio y Dios quitó, bendito sea su nombre». Algunos extienden este periodo de 7 días a 30, a cuyo término se suele ir al cementerio y realizar una ceremonia de recuerdo en homenaje al muerto. El máximo período de duelo es de un año.
Después del mes de duelo ya se puede levantar una piedra-monumento en homenaje al fallecido. Es costumbre generalizada realizar este homenaje al año del fallecimiento, día en que se conmemora la muerte del familiar encendiendo una vela en señal de recuerdo.


Algunos lo ven desde el humor, es el caso de la película mexicana "Morirse está en hebreo", comedia que ironiza sobre los siete días de la Shivá...

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